Manejo Estratégico del Berrinche
El berrinche no es un enemigo, es un mensaje emocional. Detrás del llanto, los gritos o la frustración de tu hijo, hay una necesidad que aún no sabe expresar con palabras. El manejo estratégico del berrinche consiste en acompañar, guiar y enseñar, en lugar de controlar o castigar.
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Respira y mantén la calma
Tu hijo necesita un adulto que modele autocontrol. Si tú gritas, él aprende que gritar es la forma de resolver conflictos. Si tú respiras y bajas la intensidad, él aprende calma.
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Reconoce y valida la emoción
En lugar de decir “No es para tanto” o “Ya cálmate”, prueba con: “Entiendo que estás enojado porque no obtuviste lo que querías”. Nombrar la emoción ayuda a que el niño se sienta comprendido y vaya construyendo su vocabulario emocional.
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Pon límites claros con amor
Acompañar no significa ceder siempre. El límite firme, explicado con calma, le muestra al niño seguridad y estructura. Ejemplo: “Sé que quieres más dulces, pero ya comiste los suficientes. Podemos elegir otra actividad juntos.”
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Ofrece opciones y redirige la energía
Un berrinche es una explosión de energía emocional. Puedes canalizarla ofreciéndole alternativas: “Puedes elegir un juguete para distraerte o podemos salir a caminar un momento”.
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Reflexiona después, no durante
En medio del berrinche, la mente del niño está en “modo emoción” y no razona. Espera a que se calme para conversar y enseñarle habilidades: cómo pedir ayuda, cómo expresar enojo con palabras o cómo negociar.
👉 El manejo estratégico no se trata de “apagar incendios”, sino de construir resiliencia emocional en tu hijo y fortalecer tu vínculo con él. Y claro, también de recordarte que tú, como adulto, eres el faro que lo guía en medio de la tormenta.